EL MEJOR REGALO que jamás le hicieron al Māra se lo hizo el enemigo mortal del Buddha, el rey Ajatasattu de Maghada cuando organizó, tras la muerte del Maestro y sin que él lo hubiera sospechado, un concilio para dejar a la posteridad las enseñanzas corrompidas del Buddha, guardadas y administradas por un clero ocioso que floreció al calor de gobernantes populistas que lo usaron en sus disputas económicas con los brahmanes. 
Nunca había sucedido que la Sāsana de un Buddha le sobreviviera y, menos aún, corrupta. El éxito del buddhismo y su expansión ahogarán como una manta ignífuga a los paccekhabuddhas que hubieran podido surgir.  Y sin Buddhas solitarios no hay un Sammasambuddha.
Y esto es porque un Buddha debe tomar refugio exclusivamente en sí mismo, sin influencia externa alguna y toda contaminación exterior en forma de ideas, conceptos, doctrinas, visiones representan un obstáculo que puede llegar a ser insuperable. El Māra con ese movimiento no solo logró que no surgieran Buddhas, sino además, apartar del camino a millones de personas, de ahí en adelante, y logró que individuos sin escrúpulos, vagos y ociosos, parásitos que viven de la devoción de la gente fueran la cara pública de la liberación. Una liberación que era imposible. 
Solo en el lugar más alejado, no solo geográficamente sino ideológicamente, el más refractario al buddhismo, en la época más insospechada podría surgir Metteyya. Y van, y le hacen ahí, en ese lugar, esos mismos corruptos, un inmenso monasterio.
Nunca pasó algo asi. Veremos cómo sigue…